miércoles, 11 de febrero de 2015

El mapa del deseo



Pocas veces se siente tan cerca la armonía,
el descenso puro y liso hacia el meandro
de la carne, el canon que un círculo nombró
fuente del deseo, locura intangible o azar
que ignora los juegos de la vida. Hay cristales
que rompen la luz y espejean los misterios
como un candil atardecido en las sombras
de un desnudo.Camina el cuerpo sin advertir
sus ojos de pantera, camina la espalda, la curva
blanca, la pulsión turgente de los mapas que son
isla y refugio. No pretendo descubrir el porqué
de unas piernas infinitas, el hallazgo de un rostro
que ocupa el perfil de mis manos con la cadencia
de un labio siempre abierto. Sé que han sido los
lunares la huella, un ardid que simula vientos de
nocturnidad en la sed invencible de una canción
exhausta. Nada podrá cambiar el rubor que nace
del espasmo, después las olas de la costumbre
bailaran su quietud, su espantosa necesidad
de ser asi, como el sol o la noche, como el
latido o el silencio.

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