martes, 4 de marzo de 2014

La vida recobrada

Otra claridad,
menos metálica,
más amiga.

En las vallas la faz es un latido,
flores amarillas y olor a piélago,
mujeres cuya negritud enseña un ayer
conmovido, una razón oscura.

Este cuerpo reconoce la magia de la luz,
los paisajes como piel de un territorio recobrado,
la memoria dulce de las algas.

Ahora se trata de recobrar la huella,
tal vez de construir el signo
que adelante el futuro
o la cruz imaginaria que no pese
o la sombra que sea sombra
de un camino azul.

Y vuelve la madre
igual que una salmodia vespertina
que acaricia las manos rotas de la amistad,
y pide un oasis, una latitud, una quimera.

Y es allí, en el hemisferio de paredes afelpadas
que sudan el devenir de los códigos,
en la mirada que dice si y dice no,
en el saludo que la mudez corona
como liturgia de hermandad
donde el paso estéril del futuro
engarza sus hilos y teje
los símbolos del sexo,
el gen dorado y aún desconocido
de la historia frágil.

Nada hay más creíble que tus piernas esquivas
que giran bajo la falda del ensueño
ni existe otra verdad que no sea la locura
de este gira-mundo, nervioso y dúctil
como la noche.

Hablo del principio de un viaje astral,
en él sigue este aliento
que sufre la bondad del delirio,
que no acaba
ni comienza
en ti.













2 comentarios:

  1. Buen día, asomo por acá también para decir lo que reiterativamente vengo diciendo y reafirmo, desde que te leo.

    VIVA LA POESÍA!!
    Me llevo el link de tu blog, así no te pierdo la pista, cuando me alejo de los foros.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Rossana, por la visita. Un beso, amiga.

    ResponderEliminar