jueves, 20 de marzo de 2014

A los dieciséis

Poco más que huesos
la voluntad de seguir.

Sus ojos por fin lúcidos hacia la vida núbil.
¿Qué edad de sombra puede encender la llama
que inunda el futuro?

Ahora es fermento de agua clara,
átomo del río que fluye, risa y esperanza
en la gárgola del misterio.

Se deja acariciar por el florido esmalte de la juventud,
sabe que nadie podrá matar su nube de color,
sus horas de juego o su raíz de alas.

Y se ilusiona cuando descubre un rostro
o un perfil de hembra aniñada (porque
es como él-se dice- un tallo aún virgen
entre las piedras y la noche)

A veces se sorprende con esa mirada que la idea forma,
difusa, brillante, cósmica, en su pensamiento
de óxido.

Vive en el territorio de la falsedad
como un cachorro que apenas levanta su testuz
contra un horizonte de hábitos.

Un día dirá que no, que quiere ser luz
o piel o lluvia de mercurio.

Entonces crecerá en su humana condición
de ser aire que sufre,
calor que arrulla un seno.












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