martes, 19 de febrero de 2013

Fiebre



Volver al arrobo de la frazada, mientras la fiebre
quema en los párpados como un alfanje abrasador.

El niño enfermo necesita una mano que acaricie
su frente. Como un gorrión temeroso se esconde
en su temblor de infancia.

Y calla.

2 comentarios:

  1. Preciso y suave, incluso los dos primeros versos donde se imprime la fuerza de las letras.

    un abrazo Ramón

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  2. Te agradezco al visita y el comentario. Un abrazo,Antonio.

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