LOS DIAS DEL CALENDARIO
Se persiguen como dioses diminutos.
No tienen nombre ni edad. Si
les preguntas cualquier cosa
su respuesta llega tarde.
Casi todos visten de negro
pero no te podrían decir porqué.
Son una costumbre o un paso
en la nieve. Una línea exacta
de párpados ciegos.
Es sorprendente, Ramón, que el poeta sea capaz de encontrar profundidad donde aparentemente no la hay; es como si hubieras dibujado una perspectiva en esa hoja que hace pasar nuestros días, más allá de eso, has logrado el milagro de hacer florecer un poema.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, amigo F.E. León, por acercarte a mi blog y dejarme tu comentario en este poema que escribí hace algún tiempo. Un saludo cordial.
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