martes, 17 de enero de 2023

Beso de lluvia

 

La lluvia táctil, la visión de la lluvia
en el verde de tus ojos,
la lluvia en los carámbanos de la luz,
el sabor inocuo del agua
como un cristal en los labios
que se desmorona
y cae en mi pecho,
en mi corazón,
en mi ser.

La lluvia de ágiles alas imitando a los pájaros del viento,
la cortina transparente, vivaz, canto de olas húmedas
en mi sien y mi añoranza, aquella lluvia que regresa,
la que moría en los soportales y hacia llorar a las iglesias,
la del atardecer cuando los paraguas eran piel de ciudad
y los charcos mundos prohibidos y tu voz un río de vocales azules;
la del regreso en un tren sin ti, la lluvia del grito y la algarabía
-otra vez te alejas, corredora, a sentir el borboteo infantil
de la fuente, los caballos aún escupen sobre la piedra
un mar cristalino-.

La de la noche que se arremolina bajo el haz de las farolas,
aquella lluvia del beso sin luna en la plaza vacía,
la que bendice los jardines del alba,
la lluvia que es memoria, que eres tú y soy yo,
cubiertos por la misma gabardina
en un otoño de nube fértil.

Agua del tiempo que no cesa en la lágrima
porque están conmigo, tu rostro, lavado de eternidad,
y tus pendientes que fluyen como dos cataratas ciegas
hasta tu boca, aljibe de ti,
que
nunca
me sacia.

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