sábado, 13 de julio de 2019

Algarve



Tú ya conocías los acantilados.
El bote de los pescadores arriba a puerto,
la viveza de las sardinas agonizantes
y la impaciencia de los turistas bajo los toldos.
Huele a viento salino, cabecean las barcas,
en la madera pintada las huellas del calamar
que se resistió a morir. Quejidos de fado en las cantinas,
tiestos de flores junto a la cal de los portales.
En un puesto de productos típicos
compramos un jarrón de cerámica y un vestido de hilo.
Las palabras dulces de este idioma atlántico
se parecen mucho a un canto de amor.
Esta noche soñé con la isla de Culatra.

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