viernes, 28 de junio de 2019

Cuando tú pasas por la calle sin nombre

Hacia el alambre de los sueños las historias por contar.

Espigas de trigo virgen, cactus grises,
la onda del viento llorando en las cornisas
y el escozor del reloj en las ingles,
en la ternura, en mi ser de isla y nieve.

Otra calle sin pájaros,
el artificio de los comercios y la astuta sonoridad de la colmena.

Y en los entresijos, el cuerpo-cisne de tus alas
y el aire que te cimbrea,
la luz en el refugio de tus ojos,
secreto niño que imagina un ardid.

Restalla el pararrayos con su inhóspita soledad,
los tejados de mimbre recuperan el fulgor de las nubes,
el jardín de rosas que nadie cuida
florece en los ovarios del silencio.

Tras el cristal masca el alguacil su desidia.

Te ve: pantys rojos, rizos nuevos,
la camiseta mínima, el enfilar de tus rodillas
como naos al sol.

Si tú supieras que la calle es mía, que poblé de insignias,
de cines, de rótulos fúlgidos el paraíso que buscas;
dejarías en tu halo una vértebra de oro,
un corazón de algas que finja ser mar
para que el resplandor nade entre tus miedos.







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