viernes, 17 de noviembre de 2017

El tiempo de la felicidad

Desde el principio del principio.

Cuando apenas el esqueje se asoma a la luz
un árbol estalla en columpios de sonrisas,
el alba crece, los insectos devoran el néctar
que un Olimpo mostró,
nenúfares dorados
en los bolsillos que desconoces,
desconoces.

Y la saliva del mar en tu aliento,
un azul reverberando insomne
como un manto de guirnaldas
o la capa del ensueño que colorea de vida
cada minuto que eres.

¿Y el amor?

Ráfaga de misterio
en los acantilados de la aurora.

¡Y la levedad de las hojas!

El sueño de las estaciones ajardina
el minúsculo eje de tu sensibilidad,
flores e invierno, canícula
o murmullo de sol en las entrañas.

Una voz de siglos cubre tu piel,
te dirige sin que nombres el porqué
hacia la insolencia de los pájaros
y el ansia de vivir.

¡Qué dádiva el calor de los enjambres!
tu juventud entre las sombras de miles de bosques
que te abrigan para ser un numen, un lapso,
un espejo que transita por los vértices de la plenitud.

Toda vida es una apuesta
que al mostrarse deja de ser ilusión.

Tus horas fueron blancas,
tus pasos un silencio que a veces olvidas
al volver a la valentía, al fulgor impenetrable de los niños
que crecen siendo la atmósfera brillante
de un solsticio fósil que ya ni tú recuerdas.


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