martes, 15 de agosto de 2017

Feria en Ponte de Lima



Los automóviles descansan como islas de acero.
En la arboleda grandes hormigas circulan entre
el olor del cuero, los tejidos que morirán,
las voces que invitan al subterfugio de la falsa
verdad. Los pájaros huyen de los árboles hacia
un río en calma. Es firme la piedra del puente,
la torre almenada, el ejército secular que da
una razón a la persistencia y al origen. Quizá
en el recodo que imagina el horizonte un mar
altivo se yerga hacia la luz. Siento la quietud
de las horas del verano, su brillo de cáliz
sobre el agua tranquila, el sol que siembra
un oro candente y mortal, el aire vago
de una paz sin nombre.

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