miércoles, 28 de junio de 2017

Padre, deja que siga mi camino

La descendencia vive sin raíz. En un mapa escrito
en la pared se descubre la singladura virgen que vendrá.
El dios en la ventana, la música que repiquetea en los dientes
igual que un gong sin nombre. Ríos infinitos, levaduras
que son caída por la ladera sur de un estigma, los ciclos
nunca revelados en los espejos, la cicatriz que cada quién
oculta entre sus palmas. Y el ventrículo izquierdo donde
nace la razón, y la válvula que abre en canal las esclusas
de la vida para ser manantial, torrente o simple fluir
de lo imprevisto. Yo nadaré si tú quieres hasta la isla
que construiste para mí, pero después mis alas crecerán
hacia la luz, hasta que ya no sea memoria, solo tiempo
que se entrega a un destino al que no podrás acceder
desde tu torpe atalaya.




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