jueves, 9 de mayo de 2013

Un poema de Ramón Ataz

Ha fallecido de forma inesperada Ramón Ataz. Se ha ido él, pero su poesía siempre quedará entre nosotros. Un abrazo, Ramón, allá donde estés.

LA FALACIA DE LA INMOVILIDAD DE LAS CIUDADES

Anoche sucedió: en medio de dos pasos
encontré el paradigma de los huecos.
Los negros, los profundos, los aéreos
huecos, infinitos, huecos casuales
de carne, de oxígeno o de piedra.
Dos edificios, por lo visto, se habían separado
o tal vez existiera algún inmueble entre los dos
que mi mirada ebria hubiera demolido

-quien sabe distinguir lo que la noche
convierte en uniforme confusión-

En la mitad de esa distancia inesperada
hizo flotar la Luna un manillar luminoso

-acaso estuvo siempre-

que impreso en ese espacio
creado entre cementos
encarnaba lo insólito, el asombro,
la sorpresa negada a los incrédulos.

No suele haber en las calles tanta ausencia
como en la oscuridad se presentía;

- pensé en la digestión de tanta gente
en el urbano estómago voraz-


la luz recién nacida, valiente, desde luego, pero inútil
no pudo combatir tanta negrura,
actuaba tan solo como un faro
para mis ojos, los únicos, ojos lineales, enderezados
por aquel brillo inscrito entre cortinas tejidas con ladrillos,
que revelaban a un peatón de cabotaje
su condición retráctil
y desmontaban por fin
la antigua falacia de la inmovilidad de las ciudades.

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