martes, 29 de octubre de 2013

Cita en el Café



En la memoria de ese bar no cabe mi esperanza.
Hay una nostalgia de tenderetes vacíos y una palabra
que no lloverá en la luz. Al volver o al irnos un círculo
de palomas nos envuelve. Todo el silencio se arrodilla
como un don en el paso que finge. Dentro del anillo
la piedra escapa a sus insomnios de bucle y candil, de
aliento y edad. Me acostumbro a ese silbido que el azar
deja en las terrazas, a los rostros que la inocencia disimula
en los dedos invisibles. ¿Qué es hoy sino un sábado de águilas
pasajeras, un alambre donde las dudas o el orgullo florecen?.
Miro las paredes acolchadas de un extraño paraíso, los
rombos geométricos del crisol perdido, las flagelantes
efigies que transitan de un yo al alud del día. Reconozco
el tímido gesto de la despedida, cuando imagino en mis
bolsillos la cruz del metal o la historia definitiva
de aquel ángelus perverso. Escucho la voz de los ojos
velados que adivinan en la orilla de los meteoros
una morada de ecos primigenios, de latitudes sin mar,
de arcilla laboriosa igual que la paz de los muertos.



















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