He regresado a la habitación de los ecos.
Mi espalda se ha vuelto cuadro, jardín, profundidad.
Cada objeto exhibe la huella de un algo impreciso
que en la memoria se tiñe de luz. Medallas, libros,
extraños souvenirs que alguna vez tuvieron vida,
dibujos, hojas sueltas, versos y escritos
que languidecen junto al cajón blanco,
las fotografías que nunca enmarqué y que ahora
son la palpable seña de una destrucción programada.
Todo persiste en su obstinación de muerte. Mientras
busco entre las ropas lo que mi corazón olvidó
-su esperanza, su llama de juventud- suenan cerca
otras voces, otros silencios, otros pasos sin futuro
que no reconozco.
Jolines, Ramón, menudo poemazo... Y mucho menos surrealista de lo que te suele leer siempre... De lo mejor que he leído últimamente. Tengo que venir más.
ResponderEliminarUn beso.
"Todo persiste en su obstinación de muerte"
ResponderEliminarOtro de tu poemas de gran altura, Ramón, de esos que me alegran, en este caso, la noche.
besos
Me ha gustado ese trazo de la habitación esencial que todos llevamos dentro y que tú has sido capaz de plasmar en estos versos. Me ha encantado. Un abrazote. Tino
ResponderEliminarHola, Carmen.Es cierto que últimamente me dejo llevar por un exceso de imágenes(no me gusta hablar de surrealismo porque no creo que sea lo que hago). Tengo que volver a poemas más realistas, como éste o al menos escribir un poco de todo. De verdad que me alegra que te haya gustado. Un besote.
ResponderEliminarGracias, Paula, por hacerme saber tu paso y la lectura del poema. Un abrazo grande.
ResponderEliminarGracias, Tino. Me alegra verte por aquí y me alegra que te haya gustado el poema. Un abrazo.
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