viernes, 18 de septiembre de 2015

Comunicación

También te escribo a ti.
Lo hago porque ya no estás
y no puedes darme una respuesta.
Lo hago porque aún sueño con
escribir yo, como si fueras tú,
y así escuchar lo que nunca
me dijiste ni me dirás. Lo hago,
simplemente, para no sentir
el dolor que se instala en la
frente de dos labios sellados.
Para ser tu boca que no calla.
Para no ser mi boca que sufre.

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