domingo, 24 de mayo de 2015

El abandono

Hace tiempo que las moscas no me habitan.
Espero la telaraña como un símbolo de cálices
vacios. Espero la palabra que anuncie la luz,
espero que la infantil argucia del reloj
dibuje mi fosa entre lirios que susurran. Me
han dejado como un silencio sin vértebras
adherido al dolor de saberte despedida,
confuso en mis dones de escribir memoria
y alucinación; para ti que lloras la amargura
de los años en un reflejo de nubes bajas,
en un susurro de cristal. Parece que los
números ya no imprimen en mí su ritmo
de hojas ciegas, porque hay momentos de
claridad que son estigma de aliento en los
perfumes del corazón o quizá almanaques
desvestidos en la orilla o lágrimas rojas
que al instante mueren.

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