jueves, 18 de abril de 2024

El mar de la noche

 

Hay en tu rostro una herida donde las sílabas en calma

se adormecen como barcos sin un mar que los agite.

Riela la lluvia bajo el farol, allí se refugia el candil

y los narcisos que el agua posa en tus pestañas.

Una árida quietud se expande dócilmente igual

que un latido fuera de hora, eco de otro latido

que ya pasó dejando el humo de un resplandor

en la piel y los mil colores de tu nombre entre

los focos del neón. De púrpura el guiño de los satélites

que te guían por los senderos nocturnos con el ardid

de aquel rótulo que te llamaba, a veces, como las olas

llaman a la espuma cuando en el regreso pierden

la música de sus rizos en la arena y nada se oye,

únicamente una voz que ya no es más que silencio,

tu silencio de niña oculta entre las rocas del tiempo.

miércoles, 17 de abril de 2024

Turno de noche

 

Suspendida la noche en lámparas de silencio.


El regreso es así, uno persigue su sombra de luna entre calles vacías

y solo encuentra el amanecer como una llama que da luz al olvido.


Y el mar y la canción de la ola, los autobuses primeros

y la rosa de los mercados abriéndose al día,

los colegios y los hospitales que no cierran,

el tráfico como una larga cinta multicolor;

y tú que me esperas aún desnuda

sobre el colchón que nos regaló tu madre.

martes, 16 de abril de 2024

La petición

Piensa en las banderas del tiempo

donde ya no está tu color verde esperanza.


Se borró el arco iris de la juventud

y ahora nubes negras surcan los días del adiós.


Eres el río que se aproxima al mar

con el agua turbia de los hechos

como una sombra de árboles

en el caudal de la inocencia.


No reniegas de nada porque renegar es convertir en eclipse

el sol de los años vividos, no admiras ni el amanecer

ni el crepúsculo, los dos se marchan igual que pájaros fugitivos.


Adoras a la luna para que te regale la luz de los ángeles.


Solo pides un final que llegue dulce

como un beso de amor inesperado.

domingo, 14 de abril de 2024

De camino a tu casa

Uno pregunta por el confín como si una isla esperara

la huella borrosa de mis pasos.


Del río la mansa corriente como la sangre de un niño

que no coagula los sueños sin vida de la vejez.


En el aire las alas del futuro, alejándose entre nubes y sol,

igual que un pájaro sin horizonte al que llegar.


Junto a ti la marea retráctil de los días,

el mecanismo de las horas que ya no viven

en el reloj roto de la juventud, la pasión dormida

entre las baldas del tiempo como un jersey ya nunca más usado.


Y los trenes perdiéndose en la memoria

sin que exista un andén vivo con raíles nuevos

que los lleven al estupor de un encuentro

sin parada, ni luz ni sombra, donde descubrir

las noches fugaces del estío.


Y aquí yo que no sé en qué lugar me espera tu casa encendida. 

sábado, 13 de abril de 2024

El puerto

En mis cuadernas envejecidas no hay nombres

ni vuelan gaviotas a mi alrededor como ángeles

blancos. Enfilo los mares del tiempo con la proa

al sol y la quilla en el surco de la edad, y es mi mástil

una espada erguida que lucha insolente contra el brío

del aire, la lluvia y el rayo que llega hasta mí con el aliento

de los dioses. En mi popa un fanal de luz como una cerilla

en la inmensidad del océano donde un día naufragaré,

a babor el silencio de la noche, la locura de un sueño entre

olas de invierno, el tacto de tu índice como un delfín que juega

con el río de la vida, a estribor las mañanas de abril y un mar

dormido donde riela el azul de tus ojos con los ardides voraces de la luz.

¿A cuál puerto arribaré sin que pesen en mi memoria los ecos del pasado?


viernes, 12 de abril de 2024

Echando la vista atrás

 

Allí sigue el mar con su cuerpo azul desdoblándose

como una flor de espuma y sal.


Mi calle luce otro vestido, lleva una máscara triste,

ya no es la mariposa que volaba junto a mí

en los días de infancia cuando las noches eran

como susurros de luna en un bosque de plantas silvestres.


Los amigos se fueron tras las nubes de la melancolía

o los pájaros del olvido, y son de ceniza los silencios

que dejaron al partir sin la memoria de la niñez

en sus ojos de adulto.


Tampoco estás tú en las rosas del amanecer

ni en los latidos del tiempo donde ya no se escuchan

tus pasos alejarse, silenciosamente, como pisadas

de golondrina en un jardín de nieve.

jueves, 11 de abril de 2024

El regreso

Yo soy el alfil de tu sombra,

cruzo los ríos del azar con mi barco sin nombre

para que en las orillas de tu casa

atraque mi sueño de verte.


Y estás y no estás en los confines de la luz,

como un pretérito en el mañana de una vida por cumplir,

como la espesura en el jardín de los instantes

que volaron con las alas rotas de un tal vez.


Y si pintas abecedarios mudos yo te hablo de sílabas alegres

que besan tus labios entreabiertos al sol de la melancolía.


Y si en el sur, donde vive la cruz del olvido,

no hay una techumbre para mí, yo volveré al norte,

al lugar de la piedra gris y la lluvia en los cristales,

al momento en que me convertí en el alfil de tu sombra.